La pandemia del COVID-19 ha sumergido al mundo durante los últimos cuatro meses, extendiéndose a 177 países en todo el mundo. Mientras nos preparamos para enfrentar estos desafíos sin precedentes, es importante reconocer la carga emocional y las múltiples realidades que enfrentan muchas comunidades como resultado de esta pandemia. A veces es difícil comprender algunas de las experiencias que enfrentan los individuos, las familias, los niños, niñas y sus comunidades durante esta crisis. Si bien algunos pueden preocuparse por adaptarse a las nuevas rutinas dentro de un espacio confinado, hay otros que se preocupan por el acceso a las necesidades básicas, como alimentos y atención médica, durante los períodos de confinamiento/toque de queda.
Las personas más afectadas por este virus son las familias de escasos recursos, especialmente aquellas que dependen de sus salarios diarios para mantenerse a sí mismas y a sus familias. Si bien muchas personas valoran el tiempo que pasan en el hogar con sus seres queridos, hay miles de mujeres y niños y niñas que continúan viviendo con miedo y corren el riesgo de ser abusados mientras permanecen confinados en el hogar con sus perpetradores.
Adicionalmente, los gobiernos y los trabajadores de primera línea continúan enfrentando desafíos para combatir el COVID-19 debido a los recursos limitados y trabajan incansablemente día y noche para evitar más muertes. La pandemia continúa profundizando el sufrimiento humano y la inestabilidad económica. Sin embargo, no debemos perder la esperanza, es importante ampliar nuestro apoyo y cooperación cumpliendo con los protocolos de salud del Gobierno y de la OMS y respetando las leyes de nuestros países. Aquellos que les sea posible, participen en el trabajo humanitario para ayudar a obtener las necesidades básicas en las comunidades desfavorecidas y también apoyen a los trabajadores de primera línea cuando sea necesario.
Por otro lado, los líderes religiosos y sus instituciones pueden desempeñar un papel importante durante este período. Pueden compartir información con la gente sobre la prevención de riesgos del COVID-19 y solicitar a las personas obedecer los protocolos de salud. Hemos visto muchos ejemplos de líderes religiosos que participan a nivel global en el trabajo humanitario durante esta crisis, por ejemplo, en Sri Lanka los líderes religiosos de diversas comunidades de fe distribuyeron cereales a las comunidades desamparadas y utilizaron las redes sociales para transmitir mensajes positivos. Es esencial tomar las precauciones necesarias y respetar los protocolos de salud y seguridad al participar en el trabajo humanitario, para evitar ser una amenaza para nosotros y para quienes nos rodean.
A medida que el contexto actual continúa evolucionando, el papel de los líderes religiosos seguirá adaptándose a los temas importantes y relativos COVID-19. Por ejemplo, los líderes religiosos pueden recomendar medidas para evitar la discriminación de pacientes con COVID-19 y de sus familias, y ser la voz moral para promover formas éticas de comunicar la información relevante relacionada con COVID-19 en los medios y las redes sociales. Actualmente nos preocupa el creciente discurso de odio hacia ciertos grupos de fe y étnicos expresados de la forma menos ética posible.
Este es un tiempo para que los líderes religiosos reflexionen sobre sus propias enseñanzas y compartan mensajes positivos de esperanza y compasión. Por ejemplo, Buda dijo una vez: “El que atiende a los enfermos a mí me atiende “. Adicionalmente, con el uso de la tecnología, los líderes religiosos pueden compartir de forma colectiva mensajes positivos y dialogar con la gente sobre las mutuas preocupaciones que puedan tener sobre la salud.
Esta pandemia es una amenaza existencial para la humanidad, el virus no hace diferencia de religión, raza, género, clase, casta o edad; nos afecta a todos. Por lo tanto, debemos trabajar en solidaridad para vencer este virus mientras nos guiamos por las virtudes de la bondad, la compasión, el amor y, lo más importante, la esperanza. También debemos aprovechar esta oportunidad para reflexionar sobre cómo podemos reconstruir nuestro mundo después de la pandemia, al mismo tiempo que reconocemos el daño que hemos causado a otros seres humanos, animales y al medio ambiente. Necesitamos reflexionar más sobre la creación de un mundo sostenible a medida que priorizamos la vida humana y el planeta tierra. Mientras trabajamos juntos, debemos esperar un mejor mañana, y espero que nuestra unidad en los esfuerzos de erradicación de este virus continúe incluso después de la pandemia.
Dr. Vinya Ariyaratne
Presidente, Movimiento Sarvodaya Shramadana, Sri Lanka
Miembro del Grupo Asesor de Arigatou International